En España, se pierden cada año 1,7 millones de alimentos a lo largo de la cadena de suministro alimentaria. Siendo mayor el problema en el sector Hortofrutícola, ya que casi la mitad de las frutas y verduras acaba en la basura. Ello está produciendo grandes pérdidas económicas y supone un tema de gran preocupación para la salud pública ya que el hambre en el mundo está aumentando, siendo considerado para la ONU un objetivo primordial, dentro de su estrategia de desarrollo sostenible.

En este contexto, ¿cómo pueden las empresas abordar el problema de los deshechos y mejorar el compromiso con los clientes?.
En los últimos años, por parte de las principales asociaciones, organismos gubernamentales y a una creciente presión ciudadana se está intensificando la presión para que se revalúe la estrategia en la gestión de las mermas alimentarias, que en la UE asciende a unos 88 millones de toneladas anuales (un 40% de los alimentos acaba en la basura). Aunque estamos ante un problema de dimensiones globales, el problema es más acuciante en España, donde cerca de 7,7 millones de toneladas de alimentos acaban siendo desperdicios.
Del total de mermas, un parte muy importante se produce en la cadena de suministro.
El creciente interés por parte de las empresas hortofrutícolas en la mejora de su competitividad para competir internacionalmente, unido a la mala percepción por parte de los consumidores, cada vez más sensibles a temas relacionados con la sostenibilidad y ecología, hacen del desperdicio alimentario, uno de los mayores retos a los que tiene que hacer frente los operadores de la cadena de suministro alimentaria.

¿Qué podemos hacer al respecto?
Ya hemos explicado en artículos anteriores en qué consiste la tecnología RFID: Etiquetas que incorporan un chip diminuto y una antena, que permiten que se pueda almacenar en ellas información de forma remota, sin necesidad de acercarse físicamente a ellas.
También hemos explicado las principales diferencias con un código de barras tradicional:
- Capacidad de almacenar mucha más información que en un código de barras.
- Capacidad de modificar la información que contiene la etiqueta.
- Capacidad de leer varias etiquetas a la vez (hasta 300 por segundo).
- No se necesita visión directa ni contacto físico con la etiqueta.
Si analizamos todas estas cualidades enseguida llegamos a la conclusión de que uno de los puntos fuertes del RFID es la automatización de procesos, gracias al intercambio automático de información entre las etiquetas que identifican nuestros productos y los sistemas que controlan nuestros procesos.
Dentro del sector hortofrutícola, hemos detectado principalmente tres puntos de mejora dónde el uso de la tecnología RFID está produciendo excelentes resultados: Estos puntos de mejora serían la reducción de mermas, la trazabilidad de producto y el control de maduración.
Empecemos por el principio, hablando sobre las mermas.

Casi cualquier persona relacionada con el sector hortofrutícola es consciente de esta problemática. La fruta no se recolecta del árbol y aparece mágicamente en la estantería del supermercado, con un aspecto excelente, madura y en el punto óptimo para su consumo. Por desgracia, una parte importante del producto recolectado se estropea y deja de ser apto para su consumo antes de llegar al consumidor final. Además, debido a diferentes factores ambientales y climáticos, las frutas y verduras recolectadas no se encuentran todas en el mismo grado de maduración. No todas están listas para consumirse. El producto debe recepcionarse en una planta de procesado donde se limpia, se clasifica y se prepara para su distribución.
Es habitual que en los datos de stock contemplados en el ERP se registre la cantidad de producto que entra en planta, pero no se tenga en cuenta, por ejemplo, la cantidad de producto que deja de ser apto para consumo a lo largo de los distintos procesos a los que se somete. Lo mismo sucede con los distintos estados de maduración ya que, en muchos casos, el estado real de un lote, no se corresponde con el registrado en el ERP, principalmente debido a los distintos procesos que requieren una intervención manual de un operario.
El inventario, cuando las instalaciones están dotadas de una solución RFID integrada con el ERP se realizan en cuestión de minutos y la fiabilidad es superior al 99,5%. A esto hay que sumar que la captura de datos en los diferentes procesos, como finca de procedencia, pesadas o movimientos entre cámaras, se realiza de forma automática, minimizando la intervención manual.
Si el paso del producto por los diferentes procesos está automatizado, resulta más sencillo reducir las mermas ya que quedará perfectamente registrada la cantidad de producto que se pierde, y en qué punto de la cadena de suministro se pierde, lo que permite tomar las acciones necesarias para solucionar este problema.

Por otro lado, si se tiene un control total sobre el producto en las cámaras (tiempos, temperatura, humedad y grados de maduración a nivel de contenedor individual), se podrán establecer alertas cuando se superan determinados umbrales de temperatura, humedad o tiempo, introduciendo una gestión activa que te permitiría reducir notablemente las mermas, y garantizar la consistencia de calidad entre lotes.
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